Súper Brillante y vibrante. Con sabor a Grosella, pomelo, hibisco, con intensa tropical dulzura.
Origen: Colombia
Región: El Purutal, San Agustín, Huila
Productor: Paraíso
Elevación: Año 1850-1920
Variedad: Borbón rosado
Proceso: Lavado
Las cerezas se cosechan cada 3 semanas y se fermentan durante 24 horas. Luego se despulpan con la pulpa del día siguiente y se dejan fermentar durante 24 horas en un tanque de cerámica. Se lavan y se llevan al secadero durante 15 a 20 días.
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Don Reinaldo nació y creció en la aldea rural de El Purutal, en San Agustín, Huila, Colombia. Como muchos niños del campo en aquella época, su acceso a la educación formal fue limitado y abandonó la escuela después del segundo grado. En cambio, desarrolló desde muy joven un profundo amor por la agricultura. A los nueve años, ya ayudaba a su familia con la caña de azúcar, la panela y cultivos de subsistencia como el maíz, el frijol y la yuca. También aprendió a propagar el café mediante el método tradicional del escobiado, utilizando semillas germinadas naturalmente bajo los cafetos.
De adolescente, Reinaldo empezó a trabajar como jornalero en fincas cercanas y, a los 14 años, recibió un cuarto de hectárea de tierra familiar, donde empezó a sembrar sus propios cultivos. También empezó a trabajar a media jornada, aportando mano de obra y otros aportando tierra. Esto le ayudó a adquirir experiencia y a forjar su propio camino hacia la propiedad de tierras.
Finalmente, uno de sus empleadores le ofreció venderle una pequeña parcela y, con ahorros y un subsidio de la Federación Nacional del Café, Reinaldo compró el terreno y plantó sus primeros 800 cafetos Caturra. A los 22 años, conoció a Doña Mariela y comenzaron a construir una vida juntos, primero viviendo con los padres de Reinaldo y luego comprando un pequeño terreno a su familia. Allí, compaginaron el cultivo del café con el de alimentos, especialmente durante las primeras etapas de las nuevas plantaciones. En 2016, Reinaldo plantó 3000 cafetos Pink Bourbon y 1500 Catimor. Esto marcó un punto de inflexión en su compromiso con la calidad del café.
Inicialmente, Reinaldo vendía sus cosechas a compradores locales, cooperativas y pequeños exportadores. Pero en los últimos años, buscando precios más justos y reconocimiento por su trabajo, se unió con cautela al proyecto MonKaaba, entregando su primer microlote bajo su propio nombre. Este momento representó más que una simple venta: fue un paso hacia la visibilidad, la dignidad y la sostenibilidad a largo plazo de su familia y su finca.